domingo, 11 de diciembre de 2011

RESEÑA SOBRE "LOS INVISIBLES" DE GRANT MORRISON


Aunque es probable que esta afirmación la encuentren repetida en estas mismas páginas en referencia a algún otro título, no hagan ni caso y creánme a mí: Los Invisibles es el mejor tebeo de superhéroes de la década de los 90. Y me explico:

1-Sus protagonistas son un grupo de individuos con habilidades sobrehumanas de eminente aplicación para el combate, que usan nombres de guerra e indumentarias llamativas, y que viven en perenne conflicto con otros seres de similares características pero ubicados en un bando contrario. Si eso no son superhéroes, que baje Kirby y lo vea.

2-Su relevancia dentro del género estriba en como Grant Morrison (Glasgow, 1960) ha alterado el concepto básico, a fin de reconciliarlo con sus particulares convicciones ideológicas y filosóficas. O sea, que Los Invisibles no luchan por ningún arbitrario concepto de verdad o justicia, ni mucho menos por “el sistema de vida americano”, sino, en todo caso, por “el sistema de vida morrisiano”. Un sistema de creencias, radicalmente enfrentado a cualquier tipo de autoridad, a toda forma de control sobre la libertad del ser humano que coarte el gozo de vivir. Y como consecuencia de esta reubicación conceptual, nuestros (super)heroes reciben y asumen con orgullo, el calificativo de terroristas. Los Invisibles: clandestinos agentes del Caos, en oposición a los depravados lacayos del Orden, que controlan el mundo. Básicamente, pues, la eterna lucha entre el “Bien” y el “Mal”, pero con los términos inteligentemente subvertidos.

Por supuesto, Los Invisibles es, también, mucho más. Es, sobre todo, y como todas sus obras, una inmersión febril e impúdica en la mente del guionista escocés; un viaje plagado de teorías, conceptos y paranoias, propias y ajenas, en torno al anarquismo, la magia, la expansión de la mente, el poder de las palabras para alterar la realidad, y mil y una ideas más, fantásticas y sorprendentes, con las que el cerebro del lector se ve bombardeado sin piedad, por medio de una trama retorcida e intrigante, desarrollada a base diálogos fascinantemente críptico-chulescos y un uso sin concesiones de la fragmentación y racionamiento de la información (Wachowskys: l-a-d-r-o-n-e-s).
Morrison ha prometido que el final de la serie revelará la verdad sobre “quién gobierna el mundo, por qué nuestras vidas son como son y exactamente a dónde vamos cuando nos morimos”. Ante semejante vacilada, quizás lo mejor que pueda pasar será que la cosa acabe como una especie de enorme chiste. Pero no importará. Lo que cuenta es lo que nos hemos divertido mientras lo contaba.

Esta reseña fue escrita por J. Edén y publicada en la revista "U" en junio del 2000.

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