Peter David
nunca ha sido ni será un genio, pero sí un excelente guionista, un
artesano que maneja los mecanismos del medio en el que trabaja con
económica destreza, ayudado además por una inteligencia y un humor
poco comunes. Todo eso está en esta nueva encarnación de
Supergirl,
pero, como en buena parte de su producción reciente, diluido en
dosis rebajadas y discontinuas. El despegue de la serie plantea unas
expectativas que luego no se cumplen, ni aquí ni en los primeros
números posteriores a los cuatro primeros que recoge este tomo. A
falta de una estructura más solida, la serie avanza dando tumbos sin
rumbo y se pierde a menudo en disgresiones de una cierta “trama
troncal” que se siguen con escaso interés. Por su parte,
Gary
Frank aporta ese estilo pulcro que le ha hecho popular, a medio
camino entre Dale Keown y la escuela Adam hughes, pero rígido,
estático, y poco atento a la composición, tanto de viñeta como de
página. En lo editorial, el tomo se inscribe en una hornada de
lanzamientos con los que la mexicana Vid pretende acercarse a las
exigencias de los lectores españoles, que vienen reclamando la
edición de materiales a priori interesantes que permanecen inéditos,
así como una traducción mas cuidada y neutra.
Quizá esa voluntad
se encuentre detrás de una traducción suficientemente correcta pero
excesivamente plana, incluso literal en algunos casos.
José María
Méndez, volumen uno 2, 1999
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