Hace un par de años,
nadie lo hubiera dicho. Estábamos tan felizmente acostumbrados a
vivir con sólo los superhéroes de la líneas tradicionales de
Marvel y DC, que resultaba difícil imaginarse que pudiera existir
algo más. Pero ahí empezó la revolución del mercado americano:
primero les tocó sorprenderse a ellos, y después, a nosotros.
Primero nos llegó Image, y ahora le llega el turno al Ultraverse de
Malibu, felizmente reconvertido recientemente en el Ultraverse de
Marvel.
La pregunte que surge es,
¿hay sitio para tantos ultrauniversos nuevos? ¿Se pueden asimilar
tantos héroes nuevos, villanos nuevos, cosas nuevas? ¿O son sólo
infinitas repeticiones del mismo cansado esquema? La única solución
es ir analizando cada producto y juzgar uno a uno los diferentes
enfoques de los autores.
Así llegamos al
Ultraforce de Jones y George Pérez, dos clásicos de los superhéroes que,
con su larga experiencia, deberían ser capaces de crear un grupo de
superhéroes con los ojos cerrados. En el caso de Ultraforce, lo
demuestran sobradamente. Uno casi puede reconocer los prototipos sólo
mirando la portada: líder a la fuerza (Hardcase), tipo con músculos
pero sin cerebro (Prime), chica misteriosa (Contrary), adolescente
alocada (Pixx), tipo borde (Prototype) y un par de excéntricos para
redondear, uno con cara de cadáver (Topaz y Ghoul). Lo raro es que,
al avanzar unas páginas, el tema no está mal desarrollado, y la
historia funciona. Ultraforce es un título profesional, si no
original, y el secreto de su éxito debe encontrarse ahí: hay
últimamente tanto aficionado suelto que encontrar una serie
confeccionada con el diseño, el humor y la artesanía en la
ilustración (cortesía de Pérez) de un título clásico casi
sorprende. Habrá que ver si continúa o si se vuelve tan obtusa como
algunos profetizan.
Enrique Pilón
Slumberland nº 4, 1995
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