Amazing Spiderman es hasta ahora el mejor de los intentos de llevar al
cine a nuestro amistoso vecino. En la cinta se conjugan de manera
emotiva los principales ingredientes que hicieron enternecedor al
personaje.
Es fundamental para el impacto de la cinta el regreso de la maravillosa Gwen Stacy, el gran amor de Spidey y de muchos de los lectores de la primera época. La elección del personaje y de su intérprete no pudo ser más acertada, ninguna de las posteriores parejas de Spiderman tuvieron el impacto que tuvo Gwen. Cabe recordar que el final trágico del personaje marcó un parteaguas para el personaje y para el mundo de los comics.
Aquí se extraña un poco la presencia latente de Norman Osborn como su antagonista mejor logrado en el comic, por lo menos en los sesentas y que fuera explotado hasta el límite en la trilogía anterior, así como su mejor amigo Harry, no obstante, es seguro que los veremos regresar en las secuelas. Mi opinión es que el alter ego de Connors nunca podría ser rival para personajes como Green Goblin, Doc. Ock, Venom, Carnage o incluso Jackal que dan mayor intensidad a las historias, más aún, al desprenderlo de su familia (Esposa e hijo) hacen a un lado buena parte del conflicto que es la esencia de Lizzard en el comic.
La fisonomía de Andrew Garfield es justo lo necesario para un personaje que siempre ha sido aerodinámico antes que musculoso, jocoso antes que solemne, retraído y tímido antes que el clásico héroe acartonado y seguro de si mismo. Garfield logra al mejor Spiderman de carne y hueso que se ha visto en las pantallas.
Webb lee bien al personaje de Stan Lee, lo respeta y toma algunos elementos del Spiderman de Bendis, lo convierte en una creación contemporánea, a la que sin duda se adherirán los integrantes de las nuevas generaciones. El director interpreta de mejor manera la historia del personaje, en su intensidad, en su dramatismo, en su romanticismo, parece entender bien que Spidey es tan solo un muchacho normal que sigue, como todos, un proceso de aprendizaje y crecimiento personal, que lucha contra su entorno adverso y es ese proceso lo que construye al personaje, no sus poderes arácnidos, ni su habilidad, ni su traje o su red.
Es fundamental para el impacto de la cinta el regreso de la maravillosa Gwen Stacy, el gran amor de Spidey y de muchos de los lectores de la primera época. La elección del personaje y de su intérprete no pudo ser más acertada, ninguna de las posteriores parejas de Spiderman tuvieron el impacto que tuvo Gwen. Cabe recordar que el final trágico del personaje marcó un parteaguas para el personaje y para el mundo de los comics.
Aquí se extraña un poco la presencia latente de Norman Osborn como su antagonista mejor logrado en el comic, por lo menos en los sesentas y que fuera explotado hasta el límite en la trilogía anterior, así como su mejor amigo Harry, no obstante, es seguro que los veremos regresar en las secuelas. Mi opinión es que el alter ego de Connors nunca podría ser rival para personajes como Green Goblin, Doc. Ock, Venom, Carnage o incluso Jackal que dan mayor intensidad a las historias, más aún, al desprenderlo de su familia (Esposa e hijo) hacen a un lado buena parte del conflicto que es la esencia de Lizzard en el comic.
La fisonomía de Andrew Garfield es justo lo necesario para un personaje que siempre ha sido aerodinámico antes que musculoso, jocoso antes que solemne, retraído y tímido antes que el clásico héroe acartonado y seguro de si mismo. Garfield logra al mejor Spiderman de carne y hueso que se ha visto en las pantallas.
Webb lee bien al personaje de Stan Lee, lo respeta y toma algunos elementos del Spiderman de Bendis, lo convierte en una creación contemporánea, a la que sin duda se adherirán los integrantes de las nuevas generaciones. El director interpreta de mejor manera la historia del personaje, en su intensidad, en su dramatismo, en su romanticismo, parece entender bien que Spidey es tan solo un muchacho normal que sigue, como todos, un proceso de aprendizaje y crecimiento personal, que lucha contra su entorno adverso y es ese proceso lo que construye al personaje, no sus poderes arácnidos, ni su habilidad, ni su traje o su red.
Josè Alberto Macias Flores
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