Hace
unos años apareció en el mercado estadounidense una novela más
basada en Star Wars que resultó no ser una novela
más. Heredero del Imperio de Timothy Zahn arrasó en las listas de
ventas y se convirtió en un best-seller nacional durante varias
semanas y consiguió despertar la dormida afición a la saga de
George Lucas.
No
es que el libro (primera parte de una trilogía) fuera una virguería
de emoción y talento literario, ya que Timothy Zahn siempre fue un
escritor de segunda y su libro es redundante, retórico, avanza a
ritmo de tortuga, y termina justo cuando empieza la trama, como todo
Best-Seller que se precie, que quiera tener tres tomos y que se paga
a tanto la palabra. Simplemente, apareció en el momento justo (si no
hubiera sido un libro de Zahn, habría sido uno de Anderson o de
Stackpole o de cualquier otro autor del montón) y fue el inicio de
la riada de novelas, juguetes, tebeos, juegos, películas que tenemos
ahora.