Hace
unos años apareció en el mercado estadounidense una novela más
basada en Star Wars que resultó no ser una novela
más. Heredero del Imperio de Timothy Zahn arrasó en las listas de
ventas y se convirtió en un best-seller nacional durante varias
semanas y consiguió despertar la dormida afición a la saga de
George Lucas.
No
es que el libro (primera parte de una trilogía) fuera una virguería
de emoción y talento literario, ya que Timothy Zahn siempre fue un
escritor de segunda y su libro es redundante, retórico, avanza a
ritmo de tortuga, y termina justo cuando empieza la trama, como todo
Best-Seller que se precie, que quiera tener tres tomos y que se paga
a tanto la palabra. Simplemente, apareció en el momento justo (si no
hubiera sido un libro de Zahn, habría sido uno de Anderson o de
Stackpole o de cualquier otro autor del montón) y fue el inicio de
la riada de novelas, juguetes, tebeos, juegos, películas que tenemos
ahora.
Y ahora se adapta a historietas esa novela mediocre que pareció empezarlo todo. Lo bueno es que la adaptación la escribe el inteligente Mike Baron y la dibuja el excelente Oliver Vatine con su estudio (en el que se incluye la excelente colorista Isabelle Rabarot). Los defectos de la novela se ven atemperados y redicidos, la acción potenciada, el ritmo corregido y la lectura dirigible…
Tebeo
de compromiso económico para sus autores (los garbanzos y eso), es
un ejemplo perfecto de cómo hacer un trabajo competente y eficaz con
un esfuerzo mínimo (para un auténtico buen trabajo de Baron ver
“Nexus” y para uno Vatine y compañía ver “Aquablue”). En
último caso es una lectura agradable y de pasar el rato, que es de
lo que van estos productos, ¿no?
Félix
Guilarte en Slumberland nº 23, 1997
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