MissChina Spirit of Wonder es uno de esos productos complicados. Complicado porque
se trata de un manga que seguramente no será del gusto de los lectores habituales del manga y que si lo sería de lectores, por ejemplo, de álbumes europeos. Da la impresión de que, en este país, se ha asociado desde hace tiempo la palabra manga con ciertos géneros (fantasía heroica, romance, robots, samuráis, yakuzas…), y un público infantil-juvenil muy determinados. Se supone que, por ejemplo, en los mangas, el amor es algo ñoño y pedorro, con florecitas y corazoncitos flotando en cada viñeta.
se trata de un manga que seguramente no será del gusto de los lectores habituales del manga y que si lo sería de lectores, por ejemplo, de álbumes europeos. Da la impresión de que, en este país, se ha asociado desde hace tiempo la palabra manga con ciertos géneros (fantasía heroica, romance, robots, samuráis, yakuzas…), y un público infantil-juvenil muy determinados. Se supone que, por ejemplo, en los mangas, el amor es algo ñoño y pedorro, con florecitas y corazoncitos flotando en cada viñeta.
Por
tanto, presentar una historieta como Miss China (teniendo en cuenta
que es un manga) resulta harto difícil. Miss China es una historia
en la que, en un marco de ciencia-ficción, se tratan con una
impresionante delicadeza temas como el amor, los celos, la sociedad…
en fin, todo lo que está relacionado con los grandes sentimientos.
La habilidad de Tsuruta radica precisamente en su capacidad para
transmitir todos esos temas a un ritmo pausado, dulce e intenso. Y,
lo que es más, de hacerlo casi todo a nivel visual (por ejemplo,
China no declara en ningún momento su amor por Jim, pero se sabe
desde el primer instante).
Antes de acabar, una última puntualización: quizá el dibujo de Tsuruta tenga ciertos – pequeños – defectos, pero sus aciertos (la gestualidad de los personajes, por poner uno) los superan con creces.
En
pocas palabras, Miss China es uno de esos tebeos que uno espera que
se vendan bien, aunque sea llevado por un sentimiento egoísta: para
ver si así los editores se animan y publican más cosas parecidas…
Juanjo
Porrá en Slumberland nº 22, 1997
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